
Desapego y alegría
En cada uno de nosotros existe el deseo innato de comprender la naturaleza del universo y de saber qué somos realmente; además de un ferviente anhelo de expandir nuestra conciencia y experimentar la unión con lo más elevado de la existencia.
Según el yoga el hombre no solamente posee un cuerpo y una alma, sino también tiene muchos otros elementos o vehículos con los cuales se pone en contacto con los demás seres que le rodean.
La meditación es la práctica que nos hace conscientes de la verdadera naturaleza espiritual del hombre. Es intuir, mirar, contemplar, sentir, experimentar y tomar conciencia de estar en un Todo de ser parte de ese Todo, y de que en la Armonía del Todo está la felicidad del hombre y de toda la sociedad.
Una manera práctica y efectiva de preparar la mente es contemplar la naturaleza, caminar por ella, observarla, este caminar purifica el aura y relaja la mente. Es en la naturaleza donde se llega a entender que en la vida no hay lugar para la tristeza, desde la más pequeña flor hasta los picos más altos de los nevados se conforman en una poesía de alegría y esperanza. Concentrarnos en la naturaleza nos ofrece paz interior.
La única manera como se puede llegar a ser completamente libre es a través de la meditación, solo profundizando en ésta se puede llegar a un nivel de desapego y alegría interior.
“Era un pueblo de la India cerca de una ruta principal de comerciantes y viajeros. Acertaba a pasar mucha gente por la localidad. Pero el pueblo se había hecho célebre por un suceso insólito: había un hombre que llevaba ininterrumpidamente dormido más de un cuarto de siglo. Nadie conocía la razón.
¡Qué extraño suceso! La gente que pasaba por el pueblo siempre se detenía a contemplar al durmiente.
¿Pero a qué se debe este fenómeno? se preguntaban los visitantes.
En las cercanías de la localidad vivía un sabio. Era un hombre solitario, que pasaba el día en profunda meditación y no quería ser molestado. Pero había adquirido fama de saber leer los pensamientos ajenos.
El alcalde mismo fue a visitarlo y le rogó que fuera a ver al durmiente por si lograba saber la causa de tan largo y profundo sueño. El sabio era muy noble y, a pesar de su aparente adustez, se prestó a tratar de colaborar en el esclarecimiento del hecho. Fue al pueblo y se sentó junto al durmiente. Se concentró profundamente y empezó a conducir su mente hacia las regiones clarividentes de la conciencia. Introdujo su energía mental en el cerebro del durmiente y se conectó con él. Minutos después, el sabio volvía a su estado ordinario de conciencia. Todo el pueblo se había reunido para escucharlo. Con voz pausada, explicó:
Amigos. He llegado, sí, hasta la concavidad central del cerebro de este hombre que lleva más de un cuarto de siglo durmiendo. También he penetrado en el tabernáculo de su corazón. He buscado la causa. Y, para satisfacción de ustedes, debo decirles que la he hallado. Este hombre sueña de continuo que está despierto; por tanto, no se propone despertar”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.